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Julio Medem y su “Room in Rome”, ¿cine a prueba de crisis?

Se ve que cuando cojo el gustillo a algo, me cuesta saciarme, pero una vez más volvemos a hablar del cine español. Hoy, en concreto, de uno de los cineastas más personales de nuestro cine: Julio Medem. El responsable de títulos de exitosa crítica y público como Los Amantes del Círculo Polar o Lucía y el sexo comienza el próximo lunes el rodaje de Room in Rome, su octavo film como director. Tras la “fría acogida” de Caótica Ana el director vasco está obligado a reconquistar al público. En una entrevista realizada para “Nada que ver”, el programa sobre cine y estrenos que estrenaremos en ABCtv este viernes (no os perdáis la entrevista exclusiva con Rob Schneider), Julio Médem y las dos protagonistas del filme, Elena Anaya y Natasha Yarovenko, como piensan adaptar la película original en la que se basan, En la cama, pero también comentaron sus impresiones acerca del momento que está viviendo el cine español.

Elena Anaya, protagonista por segunda vez de una pelicula de Julio Médem
Elena Anaya, protagonista por segunda vez de una película de Julio Médem

La decisión de adaptar por vez primera, una película ajena y ponerse a dirigir por encargo tiene origen en el relativo fracaso de su anterior película, Caótica Ana. El director, ganador del Goya a la mejor dirección novel por Vacas, parece decidido a recuperar el terreno perdido pero la crisis y su prudencia le han llevado a decantarse por una película “pequeña”. Room in Rome es la historia de dos mujeres, una española y otra rusa, que se encuentran en Roma y allí comparten, durante una noche, una habitación que sera testigo de la pasión, el deseo, la emoción y la felicidad. Toda la trama transcurre en esa única estancia por lo que la producción es, en palabras del propio Medem “la más sencilla a la que me he enfrentado”. Sin duda la crisis ha influido en esta decisión pero se ha podido entrever que esta película menor es una “condición” del productor de la misma, Álvaro Longoria, para desarrollar el verdadero ás en la manga que prepara el vasco: una superproducción, con reparto internacional ambientada en la Antigua Grecia.

Room in Rome, que rodará en inglés permitirá al donostiarra familiarizarse con esta lengua, algo imprescindible para el rodaje de su tragedia griega con actores europeos. No obstante, esto no significa que Room in Rome sea una simple estación de paso: Médem ha dedicado meses a imprimir su particular lenguaje al guión y ya ha dejado entrever detalles como el uso de ordenadores (Google Earth incluído), imágenes cuasioníricas (aparecerá el mismísimo Dios Eros) o la presencia de Najwa Nimri en un papel secundario.

Para la fotografía Médem repite en digital pero esta vez lo hace con la popular cámara Red One. El motivo, más allá de la crisis, es que, desde Lucía y el sexo ya no concibe otra forma de trabajar con los actores. La alta definición es “ágil y cómoda” y el director de fotografía, Alex Catalán ya ha demostrado en títulos como Cabeza de Perro o la reciente Camino estar listo para todo. A finales de año, el resultado.

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Otro cine español ¿es posible? (Parte 2)

Pues bien, el pasado miércoles 14 se entregaron los XIV Premios José María Forqué de cine. Allí acudimos en calidad de reporteros de ABCtv para realizar un pequeño reportaje. Sin embargo, me gustaría retomar el tema del anterior post para realizar algunas matizaciones, comentar cosas que dijeron Javier Fesser (director de la película ganadora, Camino) o Enrique Cerezo (Presidente de EGEDA) y hacer balance de la Gala.

En su discurso tras ganar la película Fesser señaló y cito literalmente que “creo que tenemos una obligación personal e individual educando a nuestros hijos porque a cualquiera que piense que bajarse una película de Internet no es robar, cualquier otra mentira sobre el cine español le pasará desapercibida”. Vayamos por partes. En primer lugar, la piratería es una forma de robo de la propiedad intelectual, de eso no cabe duda. La ley ya se ha encargado de recogerlo y castigarlo pero también lo es fotocopiar un libro y los autores de los manuales universitarios no reciben la compensación que deberían de la SGAE. Hasta ahora no he oído a ninguno quejarse. En segundo lugar, no creo que la piratería sea culpable de la situación actual del cine español. De hecho, no creo que Camino, sea el prototipo de película que se descargaría un “pirata medio”. Lo mismo puedo decir de otras dos de las nominadas, “Los girasoles ciegos” y “La conjura del Escorial”. Otra cosa es la “manta”, que busca el lucro de mafias a costa del trabajo de otros y resulta algo perfectamente condenable y deplorable.

Javier Fesser tras hacerse con el premio a la mejor pelicula en los XIV Premios Cinematográficos José Maria Forqué.
Javier Fesser tras hacerse con el premio a la mejor película en los XIV Premios Cinematográficos José María Forqué.

A esto hay que añadir otras cosas que se presentan evidentes: el porcentaje de internautas que descargaron Ché, el argentino o Sólo quiero caminar, no es necesariamente público que habría acudido a las salas a dejarse sus seis euros, por lo que el daño de la piratería es si cabe, más relativo y menos cuantificable. Cuando la SGAE cobra un canon que se salta la presunción de inocencia y trata a cualquiera que se compre un disco duro como a un ladrón, no puede esperar que luego este no le “devuelva el favor”. Con todo esto no pretendo escribir un manifiesto pro-piratería pero lo que faltaba por escuchar es que los males de nuestro cine nacen en la red. La malvada red. Es evidente que los tiempos cambian y hay que saber adaptarse. Internet es una maravillosa tierra de oportunidades de dónde emana leche y miel pero también polvo y ceniza. El cine español debe dejar de ser un mero espectador de los cambios que suceden a su alrededor y tomar la sartén por el mango. Hacer películas que la gente desee ver en una buena butaca, disfrutando de la proyección digital en una pantalla gigante y no un Screener desenfocado de 750×520 píxeles cargado de risas enlatadas y cabezas que cruzan la parte inferior derecha del reproductor. Debe comercializar su cine en la red, como llevan ya unos años explotando en EEUU y encontrar alternativas comerciales. No es fácil, por supuesto que no. Pero la industria no aguantará con estas cifras muchos años más.

En cuanto a Enrique Cerezo tuvo el detalle de dedicar unas palabras a los trabajadores de la industria del cine que se levantan a diario a las 6,00 de la mañana, que tienen que sobrevivir semanas sin trabajo, entre película y película y que desde luego no encajan en la idea burguesa y snob que se encuentra asentada en la mente de la sociedad. Luego, cambió su postura y se lanzó a la defensiva, atacando al público que se queja de que “el cine español hace siempre las mismas películas, demasiado drama social y comedia costumbrista”. Él mismo se contestaba argumentando el reconocimiento que tienen nuestras películas en el extranjero, la buena salud de que ha gozado en los Oscar de la última década y comparándonos con el modelo francés, dónde varias películas nacionales se encuentran semanalmente en el Top 10 de taquilla. Desde aquí invitamos al señor Cerezo, que tanto ha hecho y sigue haciendo por nuestro cine (y lo digo con total sinceridad) a que siga reflexionando. Él tiene en sus manos cambiar muchas cosas que no están al alcance de todos.

Para finalizar este post, que ya se alarga más de la cuenta, me gustaría dedicarle unas palabras a la gala en sí. Los XIV Premios Cinematográficos José María Forqué demostraron porque siguen creciendo, gozaron de una organización impecable y apuntan a convertirse en los próximos años en los verdaderos Globos de Oro españoles. Le deseamos mucha suerte y larga vida.

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Otro cine español ¿es posible?

Nacho Vigalondo
Nacho Vigalondo es unos de los cuatros actores de su ópera prima, Los Cronocrímenes.

Mañana se entregan los XIV Premios José María Forqué del cine, considerados por muchos, la antesala de los Goya. Dado que mañana acudiremos en calidad de reporteros dicharacheros para ABCtv.es, qué mejor momento que este para dedicarle unas páginas a este invitado tan poco asiduo a nuestro blog: el cine español. El año que ha finalizado no ha conseguido rebasar los 15 millones de espectadores que nos dejó 2007 y eso a pesar de que nos engañamos incluyendo cifras de co-producciones como Vicky Cristina Barcelona o Ché (que por cierto, es una de las nominadas de mañana). Al final son unos pocos directores los que salvan el prestigio pero cuando estos ni siquiera son españoles ya resulta preocupante. Este año que empieza serán Almodóvar (Los abrazos rotos), Amenábar (Ágora) y quizás Coixet (Mapa de los sonidos de Tokio). Nunca podremos hacer Matrix, porque nuestras limitaciones en este sentido son obvias, pero no por ello nuestro cine debe que ser como el de Fernando León de Aranoa. Prefiero Los lunes al sol a El orfanato pero seguramente la segunda haya hecho más por la supervivencia del cine español.

La realidad social cansa, especialmente en tiempo de crisis y la gente sólo pide que le entretengan durante dos horas. Si además hay chicha, le tratan como a un espectador inteligente y le hacen reflexionar el resultado estará en la línea adecuada. Este año se ha estrenado Los Cronocrímenes, ópera prima de Nacho Vigalondo y a pesar de su éxito internacional nuestros prestigiosos Goya solo han reconocido la dirección novel del cántabro (su nominación estaba cantada). No es una obra maestra pero por primera vez en meses alguien me contaba una historia original, entretenida y reflexiva, consciente de sus limitaciones pero honesta, cómica y dramática. Española. No es una predicción de gran gurú decir que Vigalondo llegará lejos, pero estoy convencido de que en los próximos años nos va a dar muy gratas sorpresas. Os dejo un vídeo de hace unos años donde nos cuenta las características de su Batbola:

REC se llevó un par de Goyas “menores” y sin embargo fue una de las propuestas más convincentes de 2007. Su estructura de videojuego llamó la atención de muchos jóvenes y la taquilla respondió porque el terror bueno se vende muy bien. Quizás si estas películas, que se salen de la “tónica habitual” estuviesen más respaldadas por nuestros eruditos académicos el público recobraría una fe perdida.