Hay veces, cuando todo sale mal, en las que lo único que puedes sacar en positivo es el aprendizaje. Esta no es una de esas veces, pero bien pudo serlo. Al final, unicamente, la determinación y el esfuerzo titánico del equipo salvaron el proyecto del desastre. Este es un recopilatorio de algunos de los contratiempos a los que nos enfrentamos.
– Barro. Cuando visitamos las localizaciones de Modern Warfare: Sunrise hace unas semanas nada nos hacía imaginar lo que estaba por venir: el mes de marzo más lluvioso en 66 años de registros. A nuestra llegada descubrimos que las pistas de tierra o el pico donde debían esperar los francotiradores se habían convertido en un auténtico lodazal impracticable. La furgoneta ya no podía subir el equipo a la cima y tan solo el todoterreno consiguió hacerlo através de un cortafuegos. En consecuencia: retrasos, falta de espacio para cobijarse y barro por todas partes.
– Lluvia y niebla. La lluvia que nos preocupaba no era solo la que había caído en semanas anteriores sino la que todavía estaba en camino. El viernes no dejó de llover en todo el día. El plan original era grabar la parte de los francotiradores al amanecer pero al llegar al pico descubrimos que la niebla ni siquiera permitía ver la carretera a donde debían apuntar. Intentamos reajustar el plan de producción dedicándolo casi todo a la persecución pero lo cierto es que muy pocas cosas de las que grabamos ese día serán útiles.
– Maquillaje. El maquillaje de envejecimiento que María Katt había preparado desde las 04.00 de la mañana para el capitán Price no funcionó como habíamos previsto. Los cambios de temperatura y la humedad cercana al 99% comenzaron a teñir el latex de blanco por lo que debimos evitar los primeros planos del personaje ese día y prescindir de ello el resto de jornadas. La cicatriz y las lentillas azules de Soap también nos trajeron de cabeza.
– Dormir. Vale que las camas no eran muy cómodas pero cuando duermes una media de cuatro horas diarias, un muelle mal colocado casi es el menor de los problemas. El cansancio hace sus estragos y no respetar el sueño se acaba pagando.
– Conducción. La persecución era la parte del corto que requería más tiempo de rodaje y por tanto la única que no podíamos “grabar del tirón”. Eso hacía que de un plano a otro pasáramos de un agradable amanecer a una densa lluvia, del sol del mediodía a una impentrable niebla. Imposible mantener la continuidad en la acción, todavía trabajamos en resolver el problema aunque todo apunta a que deberemos planificar una jornada extra para volver a repetir varios planos. Y por si esto fuera poco las puertas de la furgoneta se bloqueaban en marcha, el 4×4 pinchó una rueda tras arrollar una piedra, la gasolinera más cercana se encontraba a más de una hora de camino y las baterías de los walkie talkies con los que controlábamos el tráfico se agotaron a las dos horas. Cada pequeño contratiempo minaba un poco más nuestra moral y nos obligaba a ir con la lengua un poco más fuera.
– Inundaciones. Al atardecer del tercer día nos acercamos al lugar donde pensábamos grabar el final de la persecución… pero no lo encontramos. Las lluvias recientes habían formado un río y un pequeño estanque al paso del camino que enfilaba hacia el parque eólico.
– Fuera de presupuesto. El exceso de kilómetraje (casi 800 km por vehículo), la correspondiente gasolina y ser más personas de las previstas dispararon el presupuesto cerca de 700 euros más de lo previsto. Ahora dependemos de la campaña de crowfunding, todavía en marcha, para la realización de los planos del helicóptero.
El resultado no es como lo habíamos imaginado pero podemos estar muy orgullosos de haber sacado adelante la situación cuando todo parecía pedirnos a gritos que tirásemos la toalla. Ahora solo queda un arreón final para que el corto pueda ver la luz en pocas semanas.