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Crítica de «Asesinos de élite»

«Asesinos de élite» es la película de acción que cualquier amante del género estaba esperando. Por fin se puede dejar la biodramina en casa y apreciar con todo detalle lo que ocurre en cada escena. Ya no hay que esperar a que termine la secuencia de acción para saber quién lanzó una patada y, lo más importante, quién la recibía. Su director, Gary McKendry, se desmarca por completo de la horrible tendencia que ha predominado en Hollywood durante la última década. Conocida en internet como «shaky cam», esta técnica consiste en mover la cámara sin cesar para conseguir un tono más crudo y realista en la pelea. Lo que no sabe Hollywood es que lo único que  se consigue es obligar al espectador a comprobar si tiene alguna actualización de Facebook en su móvil.

Jason Statham y Robert de Niro, dos generaciones de actores con muy poco en común.
Statham y de Niro, dos generaciones de actores con muy poco en común.

Basada en el libro The Feather Men, «Asesinos de élite» cuenta la historia de Denny (Jason Statham) un asesino a sueldo retirado que deberá volver a su antiguo trabajo tras descubrir que su colega Hunter (Robert De Niro) ha sido secuestrado en Omán. Para liberarlo, Denny deberá completar con éxito una última misión: asesinar a cuatro agentes del S.A.S británico (el mejor servicio secreto del mundo) que realizaron operaciones encubiertas en Omán a finales de los años setenta. Y allí estará Clive Owen para impedírselo.

No obstante, no sólo de acción vive el hombre. Cierto es que en la película, la fuerza de las escenas de acción funcionan de maravilla acompañadas por el guión… hasta el momento en que te das cuenta de que llevas demasiado tiempo sentado. No ganaría cinco Oscars pero, si hubiera terminado hace 15 minutos, sería una película redonda.

La película falla cuando el espectador cree que la trama va a llegar a su fin y aparecen 20 minutos más «porque sí». Si Gary McKendry consigue evitar caer en la horrible «shaky cam» , se da de bruces con el «as en la manga». Y no funciona. Está bien querer sorprender al espectador, pero hay géneros que no soportan el «doble final», esa manía de cambiar parte del argumento en la última (y sobrante) media hora, que además amarga el recuerdo de lo visto hasta entonces.

Como conclusión, los actores funcionan y la trama convence gran parte de la película, pero qué mejor que los dos primeros minutos de la película para decidir por uno mismo. A más de uno se le saltarán las lágrimas al ver a Robert De Niro empuñando un M4.