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“Créditos” de película

El cine es todo un arte, aunque muchas veces parezca lo contrario. Tras ver “Quantum of Solace”, hoy quiero hacer hincapié en unos artistas que muchas veces pasan desapercibidos: los diseñadores de los títulos de crédito iniciales de las películas. Y no porque me gustaran los de la última película de Bond, sino más bien por todo lo contrario. Juzgad vosotros mismos.

Si hace cuarenta años con dos carteles se quedaban a gusto, hoy en día los créditos iniciales han evolucionado tanto que muchos de ellos pueden considerarse pequeñas obras maestras. Existen en internet innumerables listados con los mejores créditos de películas, pero hoy voy a hacer mención a cinco de ellos que me llamaron la atención cuando los vi.

The Kingdom

Sin palabras. Poco se puede decir de esta impresionante exhibición de 2D y 3D combinados con imágenes reales. La interesante mezcla de la historia de Arabia Saudita con el reparto hacen de estos créditos son todo un deleite de sentidos. Sus responsables, Pic Agency, son los creadores entre otros de los créditos de “El ultimátum de bourne”. Por desgracia, es imposible encontrar estos magníficos créditos en youtube.

El señor de la guerra

Uno de los mejores falsos plano-secuencias del cine. Acompañados por la canción de Buffalo Springfield “For what it’s worth”, vemos el proceso de fabricación de una bala…y dónde acaban muchas ellas. Son dignas de admiración la integración de la bala en 3D con la película real y la unión de cada secuencia.

La habitación del pánico.

Si los dos créditos anteriores son todo un alarde de técnica, los de “la habitación del pánico” son un ejemplo de sobriedad y eficacia. Los nombres de los responsables de esta película, hechos en un sencillo 3D, están integrados sobre diversos planos de Nueva York. Los modelados se mueven al compás de los planos mediante “trackers”, que consiste en seguir el movimiento de un objeto filmado y determinar su posición, rotación y escala a lo largo del plano.

Torrente 2 : misión en Marbella

Sí, en España también sabemos hacer cosas bien. Que tomen nota los señores de “Quantum of solace”, porque aún siendo una imitación del tradicional estilo de los créditos de las películas de James Bond, los de Torrente 2 eclipsan a los de la última película de Daniel Craig. Y no sólo en cuanto a lo visual, sino también en la canción (qué grande es Raphael).

El castigador

No cabe duda de que la banda sonora de Carlo Siliotto ayuda bastante a estos sencillos pero eficaces créditos. Es todo un acierto el hecho de que sean dibujos, puesto que nos recuerda que “The Punisher” es un cómic. Los colores blanco y negro se adecúan a la perfección con el logotipo del personaje, y la forma en la que se fusionan con la imagen real en el último fotograma está muy conseguida.

Hay bastantes más créditos que llaman la atención, pero estos cinco son un claro ejemplo de cómo incentivar al espectador para que no se quede dormido a la primera de cambio. Hay que utilizar más la cabeza y menos el ordenador (va por los señores de MK12, autores de los créditos de “Quantum of Solace”.

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Quantum of Solace: El ultimátum de Bond

¿Dónde estás, Bond? Si en Casino Royale el personaje se veía reducido a un amasijo de músculos descontrolados y del que apenas quedaban detalles indirectos (puntuales pinceladas de humor, alguna frase, M, etc.) ahora, en Quantum of Solace lo único que tiene en común con el original es el nombre. Y no porque el diga que se llama “Bond, James Bond” (eso sería un guiño demasiado exigente para este film) sino porque ha dejado atrás todo lo que lo hacía diferente de otros espías. El daño que la saga Bourne ha hecho al personaje parece casi irreversible.

tocino y velocidad.
La acción es confusa en Quantum of Solace. Marc Forster y Dan Bradley: tocino y velocidad.

Casino Royale se excusaba en el hecho de que el personaje aún no había nacido para tomarse ciertas licencias. El final, además, encendía una vela a la esperanza: Bond aparecía con un elegante traje, empuñando un MP5, la mítica música sonaba por primera vez en la película y él soltaba su archiconocida frase. Todo apuntaba a que a partir de ese momento volvería el Bond que todos conocíamos. En cierta medida, la calidad de Casino Royale estaba supeditada al resultado de Q.O.S. Nada más lejos de la realidad. Ahora parece que el único que contaba con dar continuidad a esa idea era el director Martin Campbell y quizás por eso se deshicieran de él para esta nueva entrega.

Parece que los productores, Barbara Broccoli y Michael G. Wilson quieren reinventar el personaje a la imagen y semejanza de Jason Bourne: un desmemoriado agente que cansa tras tres películas. Y es que si Bond ha llegado a las 22 entregas en más de 45 años es por algo. ¿Desde cuando Bond puede dejar inconscientes a cuatro agentes del MI6 a puñetazos y sin usar su astucia o uno de sus gadgets? Lo realmente increíble de Craig es que le quepa el esmoquin. Estaba mucho mejor en Casino Royale y aunque no tengo el más mínimo interés en justificarle parece culpa de una mala dirección).

Lo increible del nuevo Bond es que le quepa el esmoquin. Deja atrás astucia y cerecbro en favor de músculo y esteroides.
Lo increíble del nuevo Bond es que le quepa el esmoquin. Deja atrás astucia y cerecbro en favor de músculo y esteroides.

Ahora bien, si jugamos a olvidarnos de que vamos a ver una película de Bond… ¿funciona? Entretiene. Es la película más corta de la saga pero no lo parece. El único escenario exótico que parece justificado y no un capricho de los guionistas es el desierto de Bolivia. Las escenas de acción están bien concebidas pero mal realizadas. La persecución inicial, por ejemplo, parte de un importante error de base: si un Aston Martin de 150,000 euros no puede dejar atrás un Alfa Romeo mejor me compro el nuevo Ford Ka de Olga Kurylenko.

Las acciones son demasiado rápidas, confusas y cerradas. Aunque el espectador actual esté educado en 110 años de convenciones cinematográficas se hechan de menos planos más generales que le ayuden a ubicarse. La parte final de la pelea en Siena introduce un componente original, al enzarzarse en una lucha entre cuerdas y poleas. No obstante, la inadecuada realización impide saber quien sube y quien baja. Las lanchas en Haiti aprueban y la secuencia de Tosca en Austria parece la única en la Marc Forster parece aportar algo personal, porque el resto lo orquesta a su gusto Dan Bradley (director de segunda unidad de la trilogía Bourne). El avión en Bolivia es, una vez más, confuso y lo de saltar dos con un solo paracaídas ya está algo manido. El hotel del desierto está bien pero no pasa del aprobado. Judi Dench es el último resquicio de un época dorada y es la única excelente. Mathieu Almaric (Dominic Greene) parece desaprovechado en un villano del que ya no me acuerdo. No hay ni una sola escena memorable y la pobre Kurylenko podrá presumir de ser la única chica Bond que nunca se acostó con el agente británico.

Siempre nos quedará Goldeneye.

Calificación: un decepcionante 6,5/10

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007 Villain Collection by Swatch

La marca de relojes suizos Swatch ha lanzado al mercado una colección de 22 relojes inspirados en los villanos de la saga de películas del agente 007. El Dr. No, Jaws (Tiburón) o el más reciente Le Chiffre inspiran diseños originales cuyo precio oscila entre los 45 y 165 euros. Especial mención merecen los relojes de Dr. No, Thunderball, The Man with the Golden Gun, The Spy who loved me, Moonraker, Octopussy o A View to a Kill. La combinación perfecta si piensan tener uno para cada día de la semana.

El Omega Seamaster, la elección de los dos últimos Bond
El Omega Seamaster, la elección de los dos últimos Bond

No obstante es mi deber avisar de que los relojes decepcionan un poco al natural, pues se nota que a ese precio la calidad flojea y abundan los materiales plásticos o con acabado sospechoso. Además solamente en las tiendas Swatch Store se podrán adquirir todos los modelos (en Goya 69 y Preciados 21 en Madrid). En otros distribuidores como el Corte Inglés tan solo disponen de unos pocos modelos.

De todos modos, si nos encontramos ante un comprador sibarita siempre puede adquirir el que desde Goldeneye ha sido el reloj del auténtico James Bond, el Omega Seamaster, cuyo precio base ronda los 1,800 euros. Una pieza excelente para aficionados al submarinismo pues garantiza su funcionamiento a 300 metros de profundidad. ¿Lo habrán comprobado Brosnan y Craig? En cualquier caso, no olviden que todo se reduce a marketing y product placement, un tipo de publicidad que podría suponer para Quantum of Solace, última entrega de la saga, más de 50 millones de euros en forma de relojes (“¿Rolex? No, Omega” le espetaba el agente 007 al personaje de Eva Green en Casino Royale), coches (desde el clásico Aston Martin a un sorprendente Ford Ka) o bebidas alcohólicas (Vodka Smirnoff). No se dejen engañar… ¿o sí?